Ante el nacimiento de un bebé, muchas personas se agolpan y se vuelven invasivas en los sanatorios. Con las mejores intenciones, a veces pueden generar una gran presión en la nueva familia.
Es bueno que se sepa que cuando un bebé nace, tiene un sueño muy superficial que le permite no perder nunca el contacto con el entorno, por ello el bebé va a estar muy dedicado a descifrar a qué distancia está su mamá de él midiéndola con la escucha de su frecuencia cardíaca. Luego irá integrando la voz de su madre, su olor, la suavidad de su piel. En pocas horas sabrá a quién debe pedirle el alimento y que lo rodee con los brazos.
Si en las primeras horas de vida de cualquier bebé hay una invasión de voces diferentes, de olores, de frecuencias cardíacas, el bebé se siente desbordado por la sobre estimulación que recibe y se desconecta durmiéndose. Cuando logre tener un momento de intimidad con sus padres, probablemente a la noche, llorará y reclamará lo que no ha recibido durante el día, generando un cambio en el ritmo sueño-vigilia que altera la vida de sus padres y la propia.
Es necesario pedirle al entorno espacio e intimidad. Los padres nuevos y sus hijos los merecen y conquistarlos redunda en beneficio de todos. Lo importante es que ellos y el bebé entren en ritmo y para eso se necesita conexión en intimidad.
Probablemente junto a los nuevos padres, también aparezcan hermanos, abuelos y tíos que merecen vincularse y disfrutar del nuevo integrante, pero sólo a su debido tiempo. En los primeros momentos es fundamental sostener a la madre (o a la persona que lo haya parido) para que disponga de su cuerpo, de su espacio psíquico y de su tiempo para conectar con el bebé y satisfacer sus necesidades.
Los demás integrantes del grupo familiar y los amigos tienen un lugar muy importante, pero en otros tiempos. Así, el bebé debe ser respetado y no tratado como un objeto que pase de brazo en brazo, no debe ser expuesto a largas sesiones de fotos, ni debe interrumpirse su sueño: su falta de palabra no le quita derechos como persona. Muy por el contrario, la indefensión en la que se encuentra le suma derechos que sus padres deben hacer cumplir, defendiéndolo de quienes exijan lo que ellos quieren y no lo que el niño necesita.
Para estos momentos, la pareja (en caso de haber) puede ser una figura clave, poniendo límites a personas invasivas, atendiendo el teléfono y filtrando a quienes no van a colaborar y van a demandar atención en lugar de aportar ayuda. En la clínica, la pareja (o alguien a quien se le asigne ese rol) tiene la posibilidad de mostrar protección hacia la madre que ha puesto su cuerpo para parir y a su bebé que acaba de hacer un gran esfuerzo por nacer, pidiéndoles a las visitas que se retiren cuando el bebé sea alimentado o cuando la mujer esté muy cansada.
Seguramente, como el nacimiento también es un acto social, todos querrán compartir con sus allegados esta experiencia, pero es necesario mencionar que a menudo y en los primeros días sobre todo, se arman reuniones que no suelen beneficiar al recién nacido. En consecuencia, el día siguiente se puede tornar muy arduo y agotador. Las visitas se van y los que quedan con todo el trabajo son los papás y su bebé, trabajo que no se detiene y que no diferencia entre el día y la noche.
Hay tres personas que tienen que asumir nuevas funciones y han pasado por un momento de gran movimiento emocional, por ello, la mamá, la pareja y el bebé necesitan ir acomodándose lentamente a las nuevas tareas de cuidado en las cuales los tres son inexpertos, en el caso de tratarse de un primer hijo.
Tenemos derecho a la intimidad, como también derecho a pedir que se nos comprenda y que se nos ayude en la tarea de criar a nuestros hijos pequeños. Ellos crecerán y sus abuelos y tíos podrán disfrutarlos cuando estén listos para ello, nunca antes de tiempo ni cuando los adultos lo deseamos.
Tips para ser una visita solidaria
1- Llamar por teléfono o enviar un mensaje antes de ir de visita y convenir el mejor horario para la familia del nuevo bebé.
2- Preguntar si necesitan que llevemos algo de afuera. A veces es necesario pasar por la farmacia, supermercado, etc.
3- Ser breves en nuestra estadía y entender que los tiempos disponibles de la familia y el bebé para con el entorno pueden ser acotados.
4- No pretender atención ni que nos sirvan un café, por el contrario, quizás seamos nosotros los que debamos atender a ellos.
5- Ser positivos en las charlas, tratar de conectar con la madre en su estado y respetar sus decisiones.
6- Ofrecer nuestra ayuda y apoyo, si estuviésemos dispuestos a darlos.
7- Quedarnos con el bebé mientras la mamá o el papá se dan un baño, comen o descansan.
8- No juzgar a los nuevos padres y respetar sus decisiones con respecto al modo de crianza al que adhieran, sin tratar de imponer nuestros valores o creencias.
9- Reforzar la autoestima de los nuevos padres, sobre todo el de la madre que luego del nacimiento, está muy sensible y no tiene experiencia en este nuevo vínculo con su bebé.
10- No ofendernos porque los padres tomen decisiones que no nos agradan, sobre todo cuando nos pidan intimidad.
Los nuevos padres pueden avisar a sus allegados cuáles son sus deseos respecto a las visitas a recibir en esos días.
Asesoró Lic. Ivana Moyano