Llega la hora de ir a dormir y…
Los chicos se pasan a la noche a nuestra cama, no se quieren dormir solos, se duermen con nosotros, dormimos incómodos, a veces nuestra pareja se pasa al cuarto del nene, no podemos tener intimidad, estamos cansados, fastidiosos, nos enojamos, les gritamos, los dejamos quedarse…
Para los chicos
Para los chicos chiquitos dormir implica entrar en el mundo de los sueños, despedirse de las cosas y personas que los contienen. Al irse a dormir quedan excluidos del espacio de los adultos y entran al mundo de la noche. A veces es difícil pasar a este estado por eso demoran el momento. Necesitan de la presencia y sostén de los padres para sentirse acompañados.
Puede pasar que los chicos manifiesten temores a estar solos en su cuarto, por ejemplo miedo a la oscuridad, a los monstruos, a los ruidos, etc. Pueden dar vueltas por la casa pidiendo por ejemplo “un rato más de tele”, “jugar un poco más”, etc. para demorar el momento de irse a dormir. Pueden aparecer rabietas o berrinches por ejemplo se niegan a ponerse el pijama o a lavarse los dientes.
Para los papás
Es el momento para la intimidad de la pareja, un momento para estar entre adultos o para estar solos mirando una película o leyendo. A veces este momento puede generarnos muchas sensaciones concientes o inconcientes que nos llevan a retener al nene con nosotros.
Quizás no estamos bien con nuestra pareja y no queremos estar a solas, entonces que nuestro hijo esté en la cama es la solución al problema. Lo importante es que si nos está pasando esto, pensemos que nos pasa con nuestra propia sexualidad ¿la disfruto o me da miedo? ¿Siento rechazo por mi pareja?, ¿no siento deseo? Al hacernos cargo de lo que nos pasa con nuestra propia sexualidad aliviamos a nuestro hijo de tener que “solucionarnos” el problema y va a poder dormir solo en su cuarto.
Puede ser que estemos cansados, nos sintamos débiles frente al nene, nos cueste poner límites y entonces resulte más fácil dejarlo dormir con nosotros. Si nos pasa esto es importante pensar que lugar ocupa cada uno en la casa, quien toma las decisiones, ¿que nos pasa que no podemos poner límites a nuestro hijo? ¿nos da culpa?, ¿nos angustia?, ¿nos da miedo nuestro hijo?
A veces nos cuesta separarnos porque no lo vimos en todo el día. Pensemos en el tiempo que dedicamos a nuestro hijo, y la calidad de ese tiempo: ¿es la hora de dormir el momento para compartir tiempo con él? ¿Tenemos ganas de estar con él y él demanda más mamá o más papá? Suele ser mejor dedicar un rato despiertos todos los días, aunque sea antes de dormir y estar realmente presentes compartiendo un momento lindo.
Otra posibilidad es que nos cueste enfrentarnos a la soledad de la cama y si nuestro hijo está con nosotros no nos sentimos “tan solos”. De esta forma sacamos a nuestro hijo del lugar de niño y lo ubicamos en el lugar de pareja, esa pareja que no tenemos. Sería mejor poder preguntarnos que nos pasa al enfrentarnos con la soledad, ¿nos angustia no conseguir pareja?, ¿extrañamos a nuestra pareja anterior? Cada uno sentirá cosas diferentes, pero al hacernos cargo de lo que nos pasa de una manera adulta, aliviamos al niño y lo volvemos a ubicar en su lugar, que es justamente “ser niño”.
Qué podemos hacer
- Convencerse de que se quiere hacer un cambio con respecto a este tema. Si están en pareja, hablarlo y sostener la decisión juntos.
- Explicarle al chico que cada uno tiene su lugar y que la cama grande es para los papás.
- Que si nos necesita nos llame, pero si se pasa, lo vamos a volver a llevar a su cama.
- Podemos dejarle una luz prendida, algún muñeco que lo acompañe, la radio, una linterna para que vea al ir al baño, etc.
- Pautar rutinas con horarios estables: anticipar que llega la hora de dormir, bañarlo, cantarle o contarle un cuento. Generar un ambiente tranquilo antes de dormir.
- Pedir ayuda a un profesional si es necesario.
Conclusión
Es importante reflexionar sobre qué nos pasa como adultos. Si no, todo el problema queda puesto del lado del nene. Preguntémonos ¿qué gano y qué pierdo yo con mi hijo en la cama? Como mujer, como hombre, como pareja… Y ¿qué pierde mi hijo?
Asesoró Lic. M. Paula Gerardi, Psicóloga infantil